Blogger de 18 años y amante de la cultura pop.
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jueves, 31 de diciembre de 2020

20. Tame Impala - The Slow Rush

Los arreglos electrónicos cobran más protagonismo que nunca en la nueva producción discográfica de Kevin Parker, quien retorna a la creación de composiciones inéditas tras cinco años de silencio musical. El elemento que mayor interés suscita durante su desarrollo es, sin lugar a duda, la primacía del conjunto sobre sus partes por separado, de forma paralela a la suma facilidad con la que sus melodías evocan a un irrefrenable estado de euforia. 

Destacan: Instant Destiny, Tomorrow's Dust, Lost in Yesterday, One More Hour

19. Lil Uzi Vert - Eternal Atake

El imaginario intergaláctico y extraterrestre que designa la cubierta del largo publicado a comienzos del mes de marzo del 2020 por Lil Uzi Vert no es un mero instrumento estético. Mediante una visión específica sobre el hip-hop que le es propia, y que podría incluso designarle como la promesa más suculenta del género de los últimos años, hace uso de instrumentales futuristas que no solo aportan frescura a sus rimas y ganchos melódicos, también da margen a la sorpresa entre unas pistas y otras.

Destacan: Baby PlutoPOPCelebration StationP2

18. Arca - KiCk i

Björk -cantautora islandesa-, guiada por Rosalía -intérprete catalana- de cara a la dicción y pronunciación, recita "Anoche cuando dormía" -poema de Antonio Machado- para su participación en el álbum de una artista venezolana. Esta anécdota, tan globalista como variopinta, sintetiza a la perfección la impronta tan audaz de KiCk i. Tras definirse ante el mundo como una mujer trans no-binaria, Arca parece haber encauzado la valentía de su desarmarización en su arte. Tres años después del homónimo Arca (2017), una obra insigne de la electrónica experimental, y un lúgubre espectáculo teatral de vulnerabilidad, la productora llega a zambullirse en el reggaetón experimental de Mequetrefe, o indaga en algunos de los sonidos de su país natal, como es el caso de KLK, una frenética colaboración con Rosalía. Su más reciente producción discográfica es, ante todo, una tímida aunque segura incursión en formas musicales más dinámicas. 

Destacan: Time, Mequetrefe, KLK, Machote

17. Rina Sawayama - Sawayama

En un período en el que los esfuerzos de la industria se han decantado por aventurarse hacia sonidos de épocas pasadas, la cantautora y modelo ofrece en su más que notable debut otra forma de contemplación nostálgica. No procede, no obstante de las tendencias de los 70, 80 o 90, sino de las guitarras que proliferaban en los 2000, con Evanescence o Avril Lavigne como referentes principales. Así, su primer elepé, que también sorprende con inmersiones puntuales en subgéneros de la electrónica, es un ejercicio reivindicativo que contiene críticas al consumismo capitalista, los estándares misóginos, problemáticas familiares e, incluso, condena estereotipos occidentales acerca de la cultura y las costumbres japonesas. 

Destacan: Dynasty, Comme Les Garçons (Like The Boys), Paradisin', Tokyo Love Hotel 

16. Lady Gaga - Chromatica

Pese a lo sorprendente que dicha afirmación pudiese resultar, no ha sido hasta doce años después de su irrupción en el estrellato pop cuando Stefani Germanotta, con su sexto álbum de estudio, ha gestado su producto más accesible y hedonista. Presentada desde su lanzamiento como una cruda y enérgica secuencia, a cuya cohesión e imaginario contribuyen sus introducciones e interludios orquestales, representa su mayor sumersión en la pista de baile. Concilia, además, su faceta artística y su dimensión personal, perpetrando el espíritu de 'lágrimas en la discoteca' a través de una inmersión en el house y en el euro-dance que, aunque en una primera toma de contacto pudiera presumirse como caduca, no es más que un ejercicio intencional de retrospección que, además, ambienta su imaginario estético. 

Destacan: Alice, Rain On Me, 911, Replay

15. Kali Uchis - Sin Miedo (del Amor y Otros Demonios) ∞

El segundo álbum de estudio de la intérprete de origen colombiano y estadounidense, además de su primer proyecto íntegramente en castellano (a pesar de ciertas incursiones en espanglish), conjuga con gran soltura R&B, trap, trip-hop e, incluso, el bolero. Kali Uchis no precisa más de media hora para ofrecer una experiencia de tintes urbanos en la cual sus raíces latinas desempeñan un rol fundamental. La miscelánea de amor, religión y sexo es el eje temático de una escucha tan estimulante como sugestiva. 

Destacan: la luna enamoradavaya con diostelepatíate pongo mal(prendelo)

14. The Weeknd - After Hours

After Hours, además de probar de nuevo la audacia inagotable de Max Martin como el productor pop contemporáneo por excelencia, solidificada el estatus de The Weeknd como estrella de masas. Dicho alias, que comenzaba a cimentarse gracias a los cortes promocionales de Starboy (2016), ha hallado sus más férreas convicciones entre teclados y sintetizadores. Es así como se concibe Blinding Lights, uno de los himnos más incontestables de nuestros tiempos. La estética grotesca y propia del thriller cinematográfico de esta etapa artística de Abel Tesfaye sustenta, de hecho, dos paralelismos: permite, por un lado, atisbar con mayor clarividencia su figura como el artista masculino del ámbito mainstream que más encarna la grandilocuencia de Michael Jackson -o, al menos, aquel que remite al susodicho con mayor naturalidad-; por otro, construir un producto lo suficientemente homogéneo como para elevarlo a la categoría del proyecto más sólido de su carrera. Prueba de ello es la incorporación de sonidos new wave a una identidad sonora que, como acostumbraba, aúna sexualidad y enigma con facilidad pasmosa.

Destacan: Alone Again, Hardest To Love, Escape From LA, Blinding Lights

13. Yves Tumor - Heaven To A Tortured Mind

Las cuerdas fulminantes, la sed de cara a la experimentación, y el ansia de crecimiento artístico -en esta ocasión, con leves pinceladas de apego melódico, quizás con el propósito de dotar a su obra de una condición más accesible- convergen con ahínco en la más reciente gestación de Sean Bowie. El soul, de la mano de una configuración psicodélica del mismo que trasciende sus propios límites, halla en su más reciente producción discográfica una nueva insignia. Fuesen percibidos como el eje central de su construcción, o como una ramificación más de su latente encanto, sus tan latentes dejes rock permiten, al mismo tiempo, trazar una línea entre el vanguardismo de su producción y las reminiscencias de las décadas de finales del siglo XX a las que alude. 

Destacan: Gospel For A New CenturyMedicine BurnKerosene!Dream Palette

12. Bad Bunny - YHLQMDLG

El dueto de Bad Bunny y Daddy Yankee en La Santa no solo cumple la función de colaboración casual entre el artista más importante de la denominada 'escuela antigua' del reggaetón y su mayor exponente de los últimos años: también es, inconscientemente, un símbolo del propósito de Yo Hago Lo Que Me Da La Gana, que aúna los reclamos del género que toda una generación entera contempla desde la nostalgia de sus tendencias más clásicas, y algunos de los sonidos más imperantes en la industria musical latinoamericana. Sus esfuerzos culminan en Safaera, una sorprendente rapsodia reggaetonera integrada por segmentos diferenciados y, sin gran dificultad, la mayor sorpresa de su carrera. Sin renunciar del todo al trap que le ha convertido en quien es, incorpora influencias que abarcan desde el hip-hop, hasta sonidos tropicales, atisbando incluso un regusto rock en Hablamos Mañana.

Destacan: Si Veo A Tu MamáYo Perreo SolaBichiyalSafaera

11. Phoebe Bridgers - Punisher

En el presente año, las huellas de la industria, tanto en el ámbito mainstream como en el underground han propiciado una serie de publicaciones con gran énfasis en producciones cuidadas al milímetro o, al menos, en el que estas han entrañado el foco creativo de mayor significación. Es en dicho contexto en el que la propuesta de la cantautora estadounidense, más acentuadamente minimalista, deslumbra en una sencillez que adquiere matices conforme se incrementa el número de escuchas. Su guinda del pastel se halla personificada, por supuesto, por sus versos: han sido escasas las ocasiones recientes en los que la esfera musical ha atestiguado capacidad tal de transmitir emociones propias e individuales al público con crudeza y audacia semejantes. 

Destacan: KyotoPunisherChinese SatelliteICU

10. Taylor Swift - evermore

El lanzamiento repentino de folklore, con el que la cantautora se desproveía de los reclamos pop edulcorados de Lover, denotaba firmeza en su intencionalidad de consolidar su integridad artística. Delataba, además de su gusto compositivo, su innegable talento para relatar historias. Con evermore, estas aptitudes son acentuadas de la mano de una mayor riqueza melódica y de un certero énfasis sobre su abundancia instrumental. Como producto de su sólida narrativa artística e, incluso, de la creación de atmósferas sólidas e intrépidas -tan patentada, también, en su antecesor-, podría suponer, por sí mismo, el álbum más memorable de su discografía. 

Destacan: no body no crimehappinessconey islandmarjorie

9. Perfume Genius - Set My Heart On Fire Immediately

Corporeidad y barroquismo se sintetizan a través de una amalgama de géneros tan dispares como el ambient, el R&B o el rock psicodélico, gracias a un intrépido artista que no escatima a la hora de volcar la intimidad de sus pensamientos y la teatralidad de su auto-concepto e inquietudes musicales de manera tangible en sus canciones. La maleabilidad psicológica propia de la especie humana es relativizada a través de una configuración de composiciones cuya integridad emocional languidece al compás de una atmósfera tan propia y fácilmente suya, como camaleónica. El acento sobre lo carnal, primitivo e inherente a las personas, por cierto, forma una llamativa dualidad: solo así se entiende la dualidad tan explícitamente manifestada entre su sonoridad, deseosa de evocar a escenarios idílicos propios de la divinidad, y la naturaleza terrenal de sus versos y conceptualización.

Destacan: Describe, On The Floor, Your Body Changes EverythingJust A Touch

8. Moses Sumney - G

Fragmentado en dos partes, la primera de las cuales vio la luz de forma previa debido al interés del músico de no atender a los estereotípicos estándares de lanzamientos, Græ es, quizás, la más melodiosa alegoría sonora del 2020 en cuanto a sofisticación se refiere. Son escasas las veces en las que las ambiciones artísticas tras un proyecto son respaldadas por una envergadura tal como la del segundo elepé del compositor californiano. La variedad y exuberancia comprendida a lo largo de sus cortes, que tan solo podría ser definida como magistral, acerca a los y las oyentes a una experiencia cuasi sinestésica.

Destacan: Virile, Conveyor, Neither/Nor, Bystanders

7. HAIM - Women In Music Pt. III

Tras un período vital marcado por experiencias personales dolorosas para el terceto de hermanas procedente de Los Ángeles, HAIM vuelcan en su tercer disco de estudio una retahíla de emociones, con posterioridad a un episodio familiar marcado por la depresión. Dicha aglomeración sentimental se contrapone con un espíritu vivaz y jovial que impregna las diferentes composiciones del largo en su dimensión musical, lo cual concibe un acentuado contraste entre el bloque temático y el sonoro que, simultáneamente, encarna una de las mayores fortalezas del largo. De manera coincidente, se corresponde con un amplio abanico de géneros explorados que, a pesar de que emanan de un reconocible y firme núcleo soft-rock, exhiben la versatilidad interpretativa de la banda, sin que ello perjudique la noción de cohesión. 

Destacan: Up From A Dream, 3am, Don't Wanna, Another Try

6. SAULT - Untitled (Black Is)

Si bien Untitled (Rise) ha gozado de mayor aclamación por parte del público y de la crítica debido a la voluptuosidad de sus percusiones, que le otorgan un mayor dinamismo que a su entrega predecesora, Untitled (Black Is) aterriza sin más miramientos, y con mayor ferocidad, sobre el discurso antirracista. Tras las devastadoras consecuencias de la pandemia del coronavirus, cabe designar a la prolongación de protestas en nombre del movimiento Black Lives Matter como la segunda cuestión de mayor relevancia del Norte global del año a nivel sociológico. Afirmaciones tan viscerales como "No dispares, pistolas abajo" "Policía racista, no dispares, soy inocente", van de la mano de un envoltorio funk, R&B y soul y afrobeat, el enriquecido y prominente acompañante acústico para vindicaciones cuyo objetivo, en última instancia, radica en el deseo de elevar voces mediante una más que destacable manifestación artística.  

Destacan: Bow, Don't Shoot Guns Down, Eternal Life, Monsters

5. Kelly Lee Owens - Inner Song 

La magnificencia con la que el timbre de la cantante galesa se desenvuelve entre composiciones transeúntes entre el techno y la electrónica más pura carece de límites. El sello etéreo de varias de las producciones incorporadas en el LP conforman, de forma metafórica, una nueva oleada de esperanza e inspiración para futuras promesas de la escena electrónica europea, con todos los méritos que dicha afirmación conlleva, a sabiendas de que se trata del segundo álbum de estudio de Owens. Su destreza como productora e intérprete le permite oscilar entre instantes de introspección hipnóticos y delirios más rítmicos y acelerados con envidiable naturalidad, como evidencia On, uno de sus cortes promocionales.

Destacan: OnMelt!JeanetteL.I.N.E.

4. Dua Lipa - Future Nostalgia

La reivindicación más íntegra y puramente pop del 2020 entraña, asimismo, quizás la producción y la etapa artística más inmejorable que ha atestiguado la cultura popular de masas en los últimos años. Resulta difícil idear alguna alternativa más pulida, inteligible y rotunda para una exhibición retrofuturista de subgéneros tales como el synth-pop o el dance-pop. Future Nostalgia es, sin mayores consideraciones, el milagro pop que muchas de las personas que nos consideramos apasionadas del género y su porvenir llevábamos años esperando. Un producto universalmente accesible que, además de albergar  los monumentos incontestables que suponen Physical o Levitating -desde ya, dos de las composiciones más espectaculares de la historia del pop moderno-, promete enfrentarse con gran dignidad al paso del tiempo.

Destacan: Don't Start Now, Physical, Levitating, Love Again 

3. Róisín Murphy - Róisín Machine

La introducción, el desarrollo y la fulminante travesía que supone zambullirse en los más de 8 minutos de duración de Simulation hacen las veces de toda una declaración de intenciones por parte de una de las mayores eminencias que ha presenciado jamás el pop electrónico. La intérprete irlandesa idea en Roísín Machine una fulminante alucinación en la que el nu-disco, el techno y el house convergen, con vigor tal que lo catapultan a los estratos más simbólicos de la música de baile. Al contrario que otras de sus contemporáneas, quienes adaptan sonoridades del pasado a las tesituras pop que caracterizan al mainstream en la actualidad, Roísín opta por construir un universo extraordinario sin abandonar los cimientos de la época a la que evoca. 

Destacan: Simulation, Something More, Murphy's Law, Jealousy

2. Jessie Ware - What's Your Pleasure?

Una de las antologías pop más sobresalientes del siglo XXI es edificada a través de la elocuencia y el glamour, como si de un delirio sonoro post-warholiano se tratase, sintetizadores a tutiplén, y un conjunto de referencias abarcadas desde la sensualidad más ineludible. En un año en el que la esfera mainstream parece haber tendido hacia la conformidad de la nostalgia, conscientemente o no, What's Your Pleasure es la cristalización más prístina de la música de baile del final de la década de los setenta, resultante en un emblema pop-disco más que distinguido. La calidez y el carácter épico de los versos de Remember Where You Are, el corte que finaliza el largo, no solo compendia el espíritu del mismo, concebido como oda al escatimo en una era de incertidumbre. Al mismo tiempo, tras una secuencia exquisita, lo reafirma como una de las grabaciones post-disco más memorables desde el auge del género.

Destacan: Spotlight, What's Your Pleasure, Save A Kiss, Read My Lips

1. Fiona Apple: Fetch The Bolt Cutters

Más de veinte años saboreando las mieles de las recepciones críticas más distinguidas no han sido suficiente para descubrir conformismo alguno en la agudeza y el ingenio creativos tan inequívocos de Fiona Apple. La complejidad en el análisis de Fetch The Bolt Cutters no radica en escatimar en halagos ante las proporciones de su ingenio, sino en hallar las palabras correctas para aludir a la originalidad con la que la neoyorquina conforma un manifiesto en el que se enuncian vivencias personales tales como el abuso sexual, o el acoso escolar. La renuncia a los patrones melódicos establecidos, la incorporación de formas no convencionales de percusión y el talante maleable de su voz son las piedras angulares de un conjunto de pistas que, simplemente, no contempla la posibilidad de generar indiferencia ante quien se adentre en sus 13 cortes. Más que uno de los discos más singulares del siglo XXI hasta nuestros días, es merecedor de ser designado como uno de los álbumes más destacables de la historia de la música contemporánea.

Destacan: I Want You To Love Me, Shameika, Under The Table, Cosmonauts

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viernes, 6 de noviembre de 2020

En la recta final de un 2020 aturdidor, marcado en la esfera mainstream por el resurgimiento de las influencias de la música disco propias de la década de los setenta, Kylie Minogue se suma sin reparos a dicha tendencia. No se sumerge en dicha corriente, sin embargo, desde una posición deseosa de indagar en la cuna sonora de las bolas de espejos y los atuendos despampanantes sin antecedentes en la misma: lo hace, a través de la singularidad que le distingue, con un legado a sus espaldas que bien podría atribuirle el alias de la mujer más significativa en la historia de la música de baile. Es precisamente este último aspecto el que permite otorgar a su trayectoria un nuevo peldaño en lo que a narrativa artística y progresividad se refiere, puesto que tanto Light Years (2000) como Fever (2001), cimentaban una antesala de cara a su espectro musical actual, aislado de sus inquietudes durante casi veinte años y que, una vez materializado, parece cobrar más sentido que nunca.


Atrás quedaron aquellos influjos de country-pop y los acordes de banjo que impregnaban Golden (2018), su predecesor. A sus 52 años de edad, dispuesta a renunciar a los convencionalismos edadistas y misóginos que impugnan y estigmatizan a aquellas mujeres que aluden al desenfreno y a la nocturnidad en sus composiciones, la cantante australiana decide deslumbrar con sus mejores galas, poner sus pies sobre una plataforma de luces LED y publicar DISCO, su decimoquinto álbum de estudio que, hoy, 6 de noviembre, finalmente ve la luz.

La elección de Say Something como carta de presentación del proyecto no es, ni por asomo, arbitraria; tampoco lo es su posición en el ecuador del tracklist, que segmenta una segunda mitad más apasionada y fulminante que la secuencia inicial. El sencillo en cuestión, un nuevo triunfo creativo para la intérprete, se postula de forma inmediata como un himno intrapandémico y una oda a la unidad interpersonal: la sofisticación de sus sintetizadores, del mismo modo que el talante épico de sus coros y su impronta esperanzadora lo elevan sin excesiva complejidad a los estratos más sobresalientes del producto al que pertenece. Magic, el segundo single, por el contrario, desluce y marca una incomprensible elección, no solo como corte promocional, sino como acto de apertura del álbum. Su carácter anodino, por fortuna, carece de gran representatividad en las piezas restantes del elepé. I Love It, cuya escucha resulta trivial a pesar del acertado protagonismo de la instrumentación de viento en su puente, es una de las excepciones. Tras zambullirse en el conjunto, la campaña previa al lanzamiento, en cuanto a la elección de sencillos respecta es, cuanto menos, inaudita.

El espejismo de lentejuelas y luces de neón que construye el LP es cristalizado en Supernova, llamativa en primera instancia gracias al empleo del vocoder. En consonancia con el contexto global de nuestros días, que no permite concebir dichos escenarios en la cotidianidad, la compositora metaforiza con dignidad -a través de sus tan distintivos y habituales conceptualismo y misticismo intergalácticos- la relevancia del escapismo y el divertimento, pese a que el disco estaba ya en gestación aún cuando la pandemia no había dado comienzo. Las clásicas referencias con las que soñaría alguien asiduo/a al género tienen, como no podría ser de otra manera, una gran cabida: en Last Chance, por ejemplo, emula con soltura y vitalidad la fórmula de agrupaciones como ABBA o Bee Gees; Unstoppable, pese a parecer menos ostensible, podría haber sido firmada por Donna Summer sin inconveniente alguno. El furor de Where Does the DJ Go? y Dance Floor Darling, por otro lado, sacia con éxito las expectativas depositadas en el proyecto por parte de sus seguidores más acérrimos.

El legado edificado por Minogue durante más de tres décadas, que han evidenciado la naturalidad pop tan espontánea y efervescente que caracteriza a sus melodías y a su figura supone, simultánea e inevitablemente, un obstáculo en la autodeterminación e integridad de DISCO. En lugar de posicionarse con suma inmediatez como una de las confecciones artísticas más extraordinarias de su discografía, languidece a la hora de conjugar a la intérprete y al conglomerado de sonidos al que homenajea, y sobre el cual se construye. Así, en la dicotomía de potencia y acto, la deriva desvergonzadamente cliché y la escasa inmersión en el núcleo de la música disco, tan notorias en las pistas que componen el largo, otorgan al oyente la inevitable sensación de encontrarse con una resolución apresurada y limitada con respecto a lo que pudo haber sido en primera instancia. Esta deducción entristece, en especial, a sabiendas de la improbabilidad de que la cantante retorne al género en el futuro.


Pese a su notoria y aparente privación de ambición, así como a la adherencia a los tópicos más reiterados y explorados del ámbito al que alude, elemento que llega a ser palpable incluso en su producción, DISCO es una más que tentadora y eficaz invitación a la pista de baile. Durante una hora que se presupone vertiginosa y súbita, el frenesí cardíaco y casi asfixiante que particulariza a su universo suponen, no solo un estallido eufórico de revoluciones por minuto, sino una nueva conquista en la trayectoria de una de las estrellas más deslumbrantes de la cultura popular y, por si no fuese suficiente, erige una evocadora escapatoria en tiempos incuestionablemente inciertos.


65/100

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