Canciones para robots románticos es el octavo álbum de estudio de Fangoria. Su edición tuvo lugar ayer, 12 de febrero, tras tres años desde el lanzamiento de Cuatricromía. Doce pistas y un bonus track para el formato digital (Sinestesia) conforman el nuevo trabajo del dueto compuesto por Olvido Gara e Ignacio Canut, en cuya producción han sido partícipes tanto Guille Milkyway como Jon Klein.
1. Disco Sally – Un número puramente pop narra la historia de Sally Lippman, una señora entrada en años que frecuentaba el tan reputado Studio 54 de Nueva York, la misma pista de baile en la que tuvo lugar su fallecimiento. Lo melancólico de sus versos y de la interpretación de Alaska crean un contraste perfecto con una producción rompedora y enérgica, suponiendo en su conjunto una primera impresión más que digna. 9
2. Geometría polisentimental – El involucramiento de Guille Milkyway en el proceso de producción de este nuevo disco es notorio, en especial, en el corte escogido como primer single del mismo, en el que se intuyen claras reminiscencias a algunas de las pistas de Cuatricromía, mientras que su clip se define como una secuela del de Dramas y comedias. Momentos fantásticos como el pre-estribillo o su tan breve puente se ven perjudicados por un posterior estribillo a medio camino entre lo efectivo y lo sumamente hortera. 8
3. Fiesta en el infierno – Efectivamente, se trata de la versión definitiva, con ciertas variaciones, de aquella maqueta estrenada en directo en Alaska & Mario. La palabra “explosiva” queda empequeñecida ante semejante explosión de EDM que, merecidamente, debería convertirse en el segundo single del álbum. Una oda a la inexistencia del amor ("El amor es una construcción burguesa, una invención medieval, un cuento de hadas desquiciado"), evidenciada en concreto de forma previa a su estribillo, con un desgarrador y escalofriante discurso hablado. 10
4. Iluminados – La reflexión religiosa es uno de los tópicos habituales del dúo y, en esta ocasión, viene de la mano de un instrumental que, aunque sobrepasa por instantes los límites de lo genérico, no deja de reafirmarse como una irresistible propuesta bailable. Una absoluta bomba de relojería que consta, también, de unos de los más memorables versos de esta producción discográfica. 9,5
5. Manual de decoración para personas abandonadas – Presume, no solo de uno de los más atractivos títulos del tracklist, sino también de una de las más ingeniosas composiciones comprendidas en estas trece pistas y, además, de una preciosa melodía. En apariencia, promete ofrecer grandes momentos a la hora del traslado a los directos. 8,5
7. La marisabidilla, el escorpión y la que quita la ilusión – De esencia Pop, semejante despropósito de título se basa en la inmensa fauna que puebla las redes sociales, tales como Instagram, donde tan presente está el ansia por desmerecer o criticar lo ajeno. Pudiendo tener cabida sin inconveniente alguno, en aquel Absolutamente (2009), se caracteriza (al igual que su pista antecesora) por no brillar en demasía con respecto al conjunto del álbum pero, a su vez, por no desentonar de forma excesiva dentro del mismo. Su gracia reside, con exactitud, en fusionar las dos vertientes sonoras existentes en el álbum. 7
8. La nostalgia es una droga – Tras una eficaz y sutil dosis electrónica, que es testigo de los ápices de oscuridad que, poco a poco, se apoderan de los instrumentales del álbum, se oculta una gran verdad: los recuerdos se diluyen y metamorfosean con el transcurso de los años, con lo cual la denominada y tan demandada “industria de la nostalgia” recurre en realidad a un pasado que, quizás no deja de ser resplandeciente, pero para nada lo suficiente como para rechazar cualquier tiempo presente. A dicha combinación de factores se añaden, además, un estribillo contundente y un desenlace hechizante. 8,5
9. Mentiras de folletín – Unos divertidos coros y algunas de las más prácticas y originales consonancias están contenidas en un corte de influencias disco que, al igual que Fiesta en el infierno, reniega sin ningún reparo del amor y de toda ilusa o vana posibilidad de hallar la felicidad a través de lo sentimental. Desde luego, no sería una apuesta descabellada como corte promocional. 8
10. Delirios de un androide cardado – Si bien su título es de por sí un considerable indicio de tratarse de un corte prometedor, dicha premisa se cumple desde sus primeros acordes. ¿Qué será lo que hará de esta pista un tema único? ¿Quizá su atrayente concepto, sus reflexivos versos, su atmósfera lúgubre o su densa producción? Un instrumental futurista y lúgubre es uno de los múltiples acompañantes de la pista que, sin lugar a duda, se convierte en la más representativa a nivel conceptual de Canciones para robots románticos. 9
11. La procesión va por dentro – Uno de los aspectos más llamativos del apartado verbal de esta producción discográfica es su relación con multitud de situaciones que, aunque no necesariamente amorosas, tienen lugar con considerable frecuencia en la vida cotidiana. ¿Cuántas veces es necesario maquillar un vacío emocional con una sonrisa desprendida de toda felicidad? Dicho concepto cobra vida entre una instrumentación cargante, densa, por momentos escalofriante y una pista vocal plagada de matices, con ciertos filtros electrónicos, no del todo prescindibles. 8,5
12. Larga vida y prosperidad - Un cierre intenso y, portador del aura sonora más sombría que caracteriza a los cortes de la segunda mitad del álbum, está delimitado por la descripción de una serie de circunstancias en las que dos personas no compatibilizan la una con la otra: por ello, la solución más efectiva es la de desear una “larga vida y prosperidad”. No del todo épico pero, desde luego, sí un cierre adecuado. 8
Hasta el día de hoy, aquellas que han sido coronadas como las más memorables producciones discográficas de Fangoria son aquellas pertenecientes a la trilogía de Carlos Jean, desde Una Temporada en el Infierno (1999) hasta Arquitectura Efímera (2004) pasando por Naturaleza Muerta (2001). Desde ese entonces, los tres álbumes posteriores, si bien destacables, se verían inevitablemente ensombrecidos (exceptuando, con mayor precisión, El extraño viaje (2006) ante la grandeza de los anteriores trabajos, originando ciertos desequilibrios incomprensibles aunque, en cierto modo, naturales. Absolutamente (2009) supondría a todas luces un pequeño resbalón, que sería corregido más tarde con Cuatricromía (2013), con cuatro extended plays que permitirían albergar un rayo de esperanza, depositando así multitud de expectativas con respecto a la próxima colección de pistas del dúo.
Tres años después, continúa pavimentándose la carrera musical de la unión conformada por Alaska y Nacho Canut, con un más que interesante Canciones para robots románticos, dotado la misma brillantez conceptual y artística que sus predecesores. En esta ocasión, son doce pistas las incorporadas, siendo uno de sus más destacables elementos su compactación sonora y la distinción de dos facetas.
Por un lado, se hallan las composiciones mayormente influenciadas por el pop y la usual y característica electrónica bailable que tan imprescindible resulta para las creaciones del grupo (Disco Sally, Geometría Polisentimental o Iluminados), cortesía de Guille Milkyway; por otro, el halo de misterio y la “oscuridad” de las que dota Jon Klein a los cortes de los que es partícipe (La nostalgia es una droga, Delirios de un androide cardado o Larga vida y prosperidad).
Si bien ambas vertientes se complementan y conectan entre sí a las mil maravillas, otorgando como resultado un conjunto conexo, es inevitable tener la sensación de que algunas de las composiciones se ven opacadas desde un primer instante por los pesos pesados incorporados en otras posiciones del tracklist, desembocando en una escucha que, aunque excitante, puede convertirse, en ocasiones, en anodina. A pesar de ello, se cataloga como uno de los discos más memorables del grupo, simplemente porque dichas descompensaciones entre unas canciones y otras son más leves que en otros trabajos predecesores, quizá como fruto de la sed de evolución y como resultado de varias décadas elaborando música.
Desafortunadamente, ciertos instrumentales delatan que la producción de este LP, al contrario que algunos de sus antecesores, no sobrevivirá, al menos digna y elocuentemente, al cruel paso del tiempo. Es inevitable sentir que algunos cortes han sido creados, desde un punto de partida inicial, con fecha de caducidad: no obstante, no se trata de más que elucubraciones en base al resultado final. Todo puede suceder y, quién sabe, quizá dentro de diez años pueda comprobarse cómo todos y cada uno de los trece temas han sobrevivido con dignidad el envejecimiento.
No obstante, Canciones para robots románticos no es un álbum desdeñable o mediocre, para nada. ¿Delirios de un seguidor entusiasmado? Es posible. En cualquier caso, dicha producción discográfica brilla, entre otros aspectos, por el mantenimiento de una esencia inconfundible y la virtud incontestable a la hora de crear cortes emocionantes, invitaciones suculentas a la pista de baile o preciosas fuentes de reflexión intrapersonal, siempre, desde ese universo maravillosamente electro-pop, que en cada nueva era nos brinda nuevas pistas para el recuerdo, llamado Fangoria.
75/100
Ya estás votado, Gorka. Muchas gracias por compartir tu blog.
ResponderEliminarUn saludo y suerte para ti también ;).