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jueves, 25 de abril de 2019

Madonna recrea su boda con Maluma en "Medellín", su vídeo más memorable en más de una década




Tras el transcurso de una semana desde su edición como single, únicamente en formato de audio, escasas horas atrás ha tenido lugar la publicación del vídeo musical de Medellín, dueto de Madonna y Maluma, así como carta de presentación del decimocuarto álbum de estudio de la intérprete estadounidense, concebido como Madame X, el cual verá la luz el próximo 14 de junio.

A pesar de que ambos intérpretes presentarán en directo por primera ocasión dicho sencillo el próximo 1 de mayo en la ceremonia de los Billboard Music Awards, es considerablemente probable que no sea este el corte que la reina del pop incorpore a su actuación en la gala final del Festival de Eurovisión, la cual que tendrá lugar el día 18 del mismo mes en Tel Aviv, Israel. 



Asimismo, la pista en cuestión no será el único adelanto editado de forma previa al lanzamiento del próximo proyecto de la cantante, cuyas ediciones físicas y portadas, con sus respectivos tracklists, han sido desvelados recientemente: I Rise, Crave (que integrará a Swae Lee), Future (en colaboración con Quavo) y Dark Ballet se hallarán disponibles a partir del 3, 10 y 17 de mayo, así como del 7 de junio, respectivamente. 

La revelación del clip de Medellín tuvo lugar anoche, tras una breve entrevista con Madonna emitida en directo desde Londres en la célebre cadena MTV, en la cual respondió a diferentes preguntas formuladas por sus seguidores de San Paulo, Milán y Nueva York y, posteriormente, fue añadido a su canal oficial de Youtube. Su duración comprende casi siete minutos y, bajo la dirección de la directora española Diana Kunst -con quien la cantante ha admitido compartir gustos pictóricos-, así como de Mau Morgó, fue rodado un mes atrás en la ciudad portuguesa de Sintra. 




La simbología e iconografía religiosa, con finalidades dispares, ha constituido siempre una piedra angular en la imagen artística de la intérprete de Like A Prayer. El vídeo da comienzo mediante una representación del culto litúrgico de gran atractivo, tal y como lo hacía Girl Gone Wild (2012). No obstante, al contrario que este último, que simulaba una especie de recapitulación de todo elemento presente en la trayectoria de la artista hasta entonces, en esta ocasión, la presencia de dicha estética atiende a una razón narrativa de peso. 



"Querido Dios. ¿Cómo podría confiar en alguien tras años de decepción y traición? ¿Cómo podría no querer huir? Escapar, una y otra vez. Nunca seré lo que la sociedad espera que sea. He visto mucho, no puedo volver atrás. He sido secuestrada, torturada, humillada y violada. Y, a pesar de ello, sigo teniendo esperanza. Aún creo en la bondad de los humanos. Gracias, Dios, por la naturaleza, por los ángeles que me rodean, por el espíritu de mi madre, que siempre me ha protegido. De ahora en adelante, seré Madame X. Y, a Madame X, le encanta bailar".



Las palabras pronunciadas por la cantautora durante su rezo suponen la presentación de su nuevo alter ego, Madame X, una mujer que reconstruye su vida a través de la danza tras haber sido víctima tanto de un secuestro como de abuso sexual. A juzgar por la introducción del clip, que se prolonga a lo largo de un minuto, cabría vaciticinar un arco argumental considerablemente más longevo y que, quién sabe, podría estar incorporado a aquel ansiado álbum visual o, con mayor probabilidad, presente en el resto de grabaciones de esta nueva era. 





Tras adentrarse en una estancia a través de una secuencia que inevitablemente recuerda a aquel mítico Hung Up (2005), los primeros instantes de Medellín dan comienzo mientras la intérprete, con un look que podría definirse como el más característico de su flamante reinvención -en lo que a su apariencia respecta-, maneja una fusta. 





Otro elemento particularmente presente a lo largo de las diferentes secuencias que conforman la grabación es el parche. En la entrevista previa a su estreno, además, poseía otro.



La fascinación de Madame X por el chachachá le ha permitido transformarse en profesora de dicho género de baile originario de Cuba. Cabe recordar que, la fémina en cuestión, encarna diferentes personajes, entre los que también se encuentran una monja o una ecuestre. 




Uno de los instantes de mayor encanto a lo largo de los seis minutos y cuarenta segundos que conforman el corte visual de Medellín es, sin lugar a duda, la lección de danza. La institutriz acoge a sus alumnos y alumas y, precisamente entre ellos, se encuentra Maluma.



Quizás, como descuido a señalar en cuanto a la realización respecta, habría podido optimizarse en mayor medida la sincronización de labios por parte del reggaetonero de origen colombiano que, por instantes, carece de total coordinación con la pista de audio. 




Es el momento de danzar en pareja y, como no podría ser de otra manera y, cuasi reencarnándose en Dita, Madame X señala con la fusta a su alumno, por el cual parece haber desarrollado cierta predilección.




Dadas las circunstancias y, tal y como era de esperar, la predilección se transforma paulatinamente en sensualidad. Hasta tal punto que, en dos ocasiones, Madonna fustiga al intérprete de Felices los 4 en el trasero. Hay cosas que nunac cambian y, desde luego, es innegable lo sumamente bien que la susodicha conoce a su target...



El primer estribillo de Medellín transcurre de la mano de una transición a una secuencia en la que, aún con mayor complicidad, ambos danzan. En esta ocasión, no solo lo hacen a solas sino que, también, la tonalidad carmesí de las tomas podría entrañar una metáfora de cara al acercamiento sentimental y emocional.





A través de un plano que permite apreciar con sutileza el esplendor de los ojos de la actriz, la complicidad se convierte en fusión y, en esta ocasión, la instructora y su discípulo yacen juntos, en una cama, mientras disfrutan de una copa de champán.



¡Fetichismo a la vista! No es la primera vez que Madonna demuestra cierta inclinación hacia el subjetivo atractivo erótico de los pies: la contraportada de una de sus obras maestras, Erotica (1992), ilustra precisamente dicha preferencia. En esta ocasión, lame el primer dedo del pie de su amante, lo cual acentúa enormemente el carácter sexual del clip.



A propósito: no cabe duda de que el empoderamiento, tanto físico como sexual, supone un aspecto de gran relevancia de cara a reivindicaciones feministas. No obstante, resulta imposible contemplar con otros ojos una acción tan sexualizadora y misógina -que perpetúa roles sexuales de subordinación- como puede serlo la secuencia del minuto 3:06, en la que Maluma -cuyas letras, además, no se caracterizan precisamente por sus contribuciones a la eliminación de la opresión patriarcal- azota a la intérprete en el trasero, no obstante, mientras ella permanece en el suelo, a gatas. ¿En serio, Madonna? 



La (desafortunada) recurrencia al tabaco como un elemento visual de carácter erótico vuelve a cobrar protagonismo. En cualquier caso, no puede negarse la conexión existente entre ambos, la cual podía intuirse únicamente gracias a la composición en sí, pero que es reafirmada gracias a su interacción a lo largo del corte visual.





Una vez alcanzado el ecuador del vídeo, ¿podría resultar lo suficientemente lícito hacer alusión a lo excepcionalmente atractiva que luce Madonna en el mismo y, al mismo tiempo, lo inmensamente seductor que resulta Maluma?



Acontece una modificación radical en el escenario y, tras una miscelánea de emociones, pasión y de desinhibición, la brillantez del enamoramiento es formalizada a través de un compromiso ulterior. ¡Boda!



La empresaria y diseñadora michiguense, con el mismo vestuario que caracteriza a la portada de Medellín, bailotea encima de la mesa donde tiene lugar el banquete de celebración, en la inmensidad del anochecer, entre un mar de velas y expresiones de júbilo, que impregnan con grandiosidad aquellos instantes de mayor luminosidad del vídeo.






Si bien la conceptualización de Madame X, cimentada sobre una percepción de la música como un arte de alcance universal, posiciona a Medellín como una canción influenciada por la ciudad que la designa, las localizaciones portuguesas en las que su vídeo han sido filmado dotan al proyecto de un carácter integrador y multicultural, ¿no es cierto?





Entre el entusiasmo de todos los invitados e invitadas, Madame X se aproxima a su antiguo alumno, ahora su marido, quien parece presidir el festín mientras contempla cómo su esposa danza entre la multitud. Como es lógico, un beso no iba a hacerse esperar. 




En diferentes instantes del vídeo, son intercaladas escenas varias en las que, sobre una superficie de tierra y, en blanco y negro, la artista es vislumbrada en soledad, así como en compañía de un individuo desconocido, el cual monta a caballo. 



La reina del pop y la ejecución de coreografías son dos variables entre las cuales, durante casi cuatro décadas, ha existido una firme correlación. Incluso con el transcurso de los años, parece no perder un ápice de su carisma escénico, y es que, sin lugar a duda, su preparación física es, cuanto menos, envidiable.




No tiene cabida ausencia alguna de los rituales típicos de toda ceremonia de casamiento. Una vez que la gran mayoría del tema ya ha podido ser apreciado en compañía de secuencias visuales, todo parecería indicar que la demora de siete días entre el lanzamiento de Medellín y la edición de su vídeo musical atendería a su potencialidad para favorecer la experiencia del oyente de cara al mismo.







Atendiendo a los movimientos realizados por la intérprete, así como a su aparente inconexión con la sucesión de eventos narrada durante el resto del videoclip, es posible que las escenas mencionadas previamente impliquen una representación del pasado de Madame X que, con certeza, podrá ser conocido en mayor profundidad a lo largo del transcurso de la presente etapa artística homónima.






La vitalidad que impregna una parte considerable de las escenas de Medellín, del mismo modo que la compatibilidad artística tan fluida que comparten ambos artistas, favorecen enormemente que su visionado, de más de seis minutos, sea percibido de manera automática como una experiencia más concisa que cargante, inclusive, aunque el factor del replay value no se corone como su fundamento principal.





Al contrario de lo que permitían adivinar aquellas fotografías promocionales en las que la aparente figura de la estadounidense troceaba una manzana, dicho elemento no configurará -al menos, a juzgar por la estética mostrada hasta el día de hoy- un componente de relevancia a nivel artístico: se trataba, únicamente, de una ligera señal de la grabación del clip. ¿Es posible que suponga una metáfora de naturaleza religiosa, debido a su correspondencia con Adán y Eva?





Según la compositora, la intencionalidad a la hora de seleccionar a Diana Kunst como una de las directoras, atendía al deseo de concebir este vídeo musical como una pintura. A pesar de ciertas tomas de carácter más arbitrario y, en cierto modo, prescindibles, podría afirmarse que dicho objetivo ha sido alcanzado.




Del mismo modo que con Ghosttown o Living For Love (2015), el plano final o próximo al desenlace del clip se posiciona como aquel de mayor espectacularidad del vídeo en su totalidad. El matrimonio galopa a través de un bosque que, no solo resulta cautivador por su belleza paisajistica, sino por la impecable ejecución cinematográfica y fotográfica de dicha secuencia. 





El corte visual de Medellín, asimismo, concluye con un beso en la frente por parte de Maluma, ante la mirada sonriente de Madonna. ¿Cuáles serán los secretos a desentrañar en la historia de Madame X y, sobre todo, cuánto habremos de desperar para conocerlos en profundidad? Las próximas semanas serán suficientes para adentrarnos totalmente en dicha experiencia estética que, al menos en lo que a mí respecta, permite intuir una gran sed creativa y se presenta, cuanto menos, como prometedora. 


Medellín, a pesar de algunos de los inconvenientes mencionados a lo largo de la presente entrada, constituye el vídeo musical más sólido, dinámico y cautivante de la carrera de Madonna, probablemente, desde Hung Up o Sorry, extraídos del aclamado Confessions On A Dance Floor (2005). Ello, a sabiendas de que la pérdida de anhelo innovativo no supondría un aspecto digno de estupefacción por parte de su público tras 37 años en la industria fonográfica, es motivo suficiente para congratular a la intérprete por no perder de vista su ambición e implicación artística. One, two, cha-cha-cha! ¡A disfrutarlo! 


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