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viernes, 14 de junio de 2019

Crítica de "Madame X", Madonna




Madame X, decimocuarto álbum de estudio de la intérprete estadounidense Madonna, supone el desenlace del silencio musical más longevo de su carrera, anticipado por la publicación de su antecesor, Rebel Heart (2015). Hoy, 14 de junio, ve la luz a través de diferentes formatos su nueva producción discográfica: si bien esta se halla conformada por quince pistas, la cifra asciende a un conjunto de dieciocho debido a aquellos tres cortes designados como bonus tracks.



1. Medellín (with Maluma) - Ni tan siquiera el término "estupefacción" consta del suficiente marcaje peyorativo como para designar la insatisfacción generalizada ante la remota posibilidad de que una colaboración entre Madonna y Maluma se materializase. Si bien, atendiendo a cuestiones de cohesión, es posible no alcanzar a comprender su inclusión dentro del proyecto del cual ha sido extraído como primer sencillo -tras sumergirse en el mismo en su totalidad-, ¿quién habría podido augurar que este dueto, tan despampanante incluso en sus primeras tomas de contacto, se encuadraría con el transcurso de las semanas como un nuevo triunfo artístico en la trayectoria de la reina del pop? Medellín, a través de una incursión tropical onírica que desprende una innegable frescura y que no renuncia en absoluto a la esencia de la cantante, acompasada por una absoluta química interpretativa entre ambos (evidenciada a través de su acertado vídeo musical), no solo implica un triunfo evolutivo en su discografía sino que, también, podría designarse como su carta de presentación más destacable desde aquel 4 Minutes (2008). 9,5




2. Dark Ballet - La composición designada a priori como Beautiful Game comprende, a lo largo de poco más de cuatro minutos, tres fragmentaciones diferenciadas que, aunadas, conforman un alegato político en toda regla ante la invisibilización de las opresiones sistemáticas perpetuadas en toda sociedad: en primera instancia, una firme introducción creciente en intensidad, cuyas pulsaciones aderezan con poderío unos versos que, desde el dolor y el resentimiento, contemplan con desgana al mundo que nos rodea; seguidamente, de la mano de referencias a El Cascanueces de Tchaikovsky, una encarnación de la mismísima Juana de Arco repleta de vocoder que da lugar a un monólogo sostenido por un exquisito instrumental en el que la compositora podría hacer alusión a la persistencia de la supremacía blanca; por último, como cristalización de la ambición y de la riqueza presentes en el segundo tema del disco, un -desafortunadamente- breve segmento a piano, con una preciosa melodía, despide semejante vorágine ante la esperanza de la llegada de tiempos mejores para el ser humano. 10



3. God Control - La reafirmación más significativa y vigorosa del espíritu creativo, la sed experimentalista y la férrea preeminencia de Madonna son plasmadas, sin que quepa lugar a duda, a través de God Control: un apasionante y suculento número disco precedido por un cántico góspel que alude a la necesidad imperante de la toma de control de las sociedades por parte de los propios ciudadanos debido a que, al contrario que otrora, el dominio ejercido por la figura de Dios ya no supone el eje inmutable y conductor de nuestra civilización. Esta llamada a la acción y a la implicación en la vida política, al despertar del letargo de la ignorancia o de la "idiotez" aristotélica podría designarse, además, como la manifestación más evidente del descontento político de la intérprete con respecto al mandato del líder republicano Donald Trump contenida en todo el long-play. A pesar de que carece de toda cordura concebir la adición de semejante delirio compositivo a toda estación de radio, no por ello cesa en su concepción como una invitación no convencional a la pista de baile, plagada de memorables momentos que esclarecen su brillantez: su bizarro pre-estribillo, la repentina irrupción del frenesí setentero e, incluso, las alteraciones vocales en las secuencias de repetición de los necesarios "Wake up" y "Make up". 10


4. Future (with Quavo) - La presencia de unas encantadoras trompetas, o los deseos de inmersión en los dominios sonoros jamaicanos a través de una nada desdeñable pista de reggae, son arrastrados por el fango con todo el descaro concebible, como producto de una Madonna innecesariamente irreconocible y de un prescindible Quavo que, recurriendo al poco original encanto dicotómico y antagónico del pasado y del futuro, se sintonizan a lo largo de cuatro previsibles e interminables minutos. ¿En qué cabeza cabría su desafortunada elección como composición a presentar como representativa de Madame X en pleno Festival de Eurovisión? Trágico, cuanto menos. 4

5. Batuka - Unos entusiastas coros femeninos y una de las producciones que mayor impresión generan en el oyente a lo largo de las primeras escuchas son generadores, a su vez, de reacciones dispares. Esta incursión hacia el corazón de Cabo Verde, cuyo aspecto más sugestivo es imbuido por su desenlace cuasi tribal y su sofisticado cierre, otorga la sensación de poder haber sido conformada con mayor sino a través de un desarrollo aún más épico y eufórico. 6

6. Killers Who Are Partying - "Seré gay si los gays son quemados; seré África, si África es silenciada; seré pobre, si los pobres son humillados; seré una niña, si los niños son explotados" son los versos presentes en la estrofa inauguradora de una enternecedora balada que, si bien hace una alusión ininteligible a los encarcelamientos de israelíes, apela a algunas de las problemáticas más significativas de la realidad internacional de las cuales acusa, de forma presumible, al creciente sentido del individualismo. Su estribillo anuncia, con leves pinceladas, la auténtica inmersión de la artista en la lengua portuguesa, de la mano de una producción en la cual la impronta de Mirwais es tan sumamente apreciable que permite esbozar su inserción en American Life (2003), si dicho álbum fuese publicado a día de hoy. 7,5



7. Crave (with Swae Lee) - Swae Lee se posiciona, sin excesiva complejidad, como aquel invitado cuya presencia resulta más significativa de cara a la percepción positiva de cualquiera de las colaboraciones que conforman el nuevo proyecto de la cantante. Así, un melancólico escenario de anomalías amorosas es designado a través de reminiscencias R&B y de una guitarra que, en una aparente compatibilidad vocal tan natural como dinámica, otorgan como resultado final una de las baladas más hechizantes y desnudas de la carrera de la intérprete a lo largo de los últimos años. 8,5


8. Crazy - Las declaraciones de intenciones acaecidas tras incidentes de idealización sentimental e infortunios amorosos poco deseables han supuesto elemento cómodamente atribuible a los trabajos previos de la bailarina. En esta ocasión, a través de una inmersión más significativa y palpable en la lengua portuguesa, la configuración de una demostración pop carente de ingentes complejidades es responsable, de forma simultánea, tanto de uno de los estribillos con mayor gancho entre las quince canciones presentadas, como de algunos de sus instantes más anodinos y deficientes. 5

9. Come Alive - Al contrario de lo que -quizás- cabría esperar de la mano de semejante título, Come Alive se presenta ante el oyente como un mid-tempo que, a pesar de no poder ser catalogado como uno de los cortes de mayor envergadura del disco -su letra, precisamente, es una vergonzosa colección de carencias-, sí que presume de algunos de los instantes más atractivos de la producción discográfica a la que pertenece: en concreto, su desenlace se presenta de forma automática como prueba de ello. 7

10. Extreme Occident - Uno de los instrumentales más agradables incorporados en Madame X es, precisamente, aquel del cual era incorporada un fragmento en el tráiler anunciador de la producción en cuestión y que, escasos segundos antes de la llegada de su segunda mitad, desemboca en un sorprendente despliegue de tambores. La introspección en el ámbito intrapersonal encarna el eje temático de una composición que, a nivel musical, no solo consta de un encanto melódico considerable sino que, al mismo tiempo, presenta una de las pistas vocales más crudas y enigmáticas del conjunto. Este último aspecto, sin embargo, no exime la utilización del autotune como un recurso artístico que, como ha sido evidenciado en numerosas ocasiones a lo largo de la longeva trayectoria de Madonna en la industria fonográfica, puede suponer un recurso lo suficientemente enriquecedor como para omitir sus constantes y radicales predisposiciones negativas. 8,5

11. Faz Gostoso (feat. Anitta) - Anitta hace acto de aparición como artista invitada en el único tema del disco que implica una versión de una pista previamente editada. Con mayor precisión, Faz Gostoso, originalmente de la autoría de Blaya, es lo suficientemente explosiva como para experimentar cierta sensación de desconcierto al entrar en contacto con esta nueva adaptación. La inclusión del inglés, por cierto, es todo un éxito; así como la incorporación de un puente que supone, a efectos prácticos, una de las diferencias significativamente apreciables con respecto a la canción inicial. No resulta sorprendente su pujanza en cuanto respecta a un posible desempeño comercial favorable en el futuro debido a su dinamismo y, además, cabe señalar la notable sintonía entre la intérprete estadounidense y la cantante brasileña. 8,5


12. Bitch I'm Loca (feat. Maluma) - Precisamente algunos de los aspectos que permitían categorizar a Medellín como un acierto artístico significativo, en el cual Maluma desempeñaba el papel de figura acompasada al universo de Madonna, son los que juegan en contra de esta segunda colaboración: la hipersexualización, por ejemplo, es conducida con muy poca gracia ("Quiero ser tu perra y también tu bebecita"). Con todo, cabe mencionar que, dada su falta de pretensión -anticipada por semejante horror de título, quizás, en un afán autoparódico-, resulta, cuanto menos, efectiva. 7,5

13. I Don't Search I Find - Las referencias a American Life son considerables en una producción que, de un modo u otro y, sin gran certeza, podría designarse como su secuela. No obstante, una de las bombas de relojería más fascinantes de Madonna en los últimos tiempos no solo es lo más semejante a una auténtica reencarnación, no solo de Dita -su alter ego durante el período correspondiente a Erotica (1992)-, sino que permite rememorar, asimismo, la grandeza de Rescue Me, incorporada en su más que célebre recopilatorio The Immaculate Collection (1990). Una fantasía house gloriosa y memorable con la que alude a su impronta artística más reconocible, con la suficiente vehemencia como para rechazar de manera automática toda consideración de vago intento de recurrencia pasada carente de creatividad. 9

14. Looking For Mercy - Precedida por el exuberante fenómeno house de su antecesora y, adentrándose con grandeza en las entrañas de la electrónica con una delicadeza minimalista en compañía de arreglos orquestales, se define automáticamente como uno de los cortes imprescindibles entre los quince presentados debido a su enigmático instrumental, la magnanimidad de su repetitivo estribillo, al igual que a su desenlace, que suponen el aderezo perfecto para el aullido desesperado de un corazón que busca el refugio emocionan en los brazos de la compasión y del amor, sin camuflaje alguno ante su vulnerabilidad. 9,5



15. I Rise - Parecía imposible que, tras más de treinta y cinco años en la industria, una estrella del pop tal careciese de un himno en su repertorio que incitase a la autodeterminación personal frente a las adversidades. Con la intencionalidad de erradicar dicha premisa, la decimoquinta composición del elepé permite identificar su propia canción encauzada directamente hacia la superación de la discriminación, tras una trayectoria en la que básicamente se ha encomendado a ello. Este alzamiento, con el que de nuevo se dirige a la comunidad LGBT+ de forma considerable, puede antojarse como lo suficientemente anodino como para no cumplir las expectativas como cierre del proyecto. Empero, su posicionamiento en el tracklist carece de arbitrariedad y, además de poder tener cabida -sin grandes miramientos- en Rebel Heart, da comienzo con una fracción de un discurso de la activista estadounidense Emma González, que vaticina toda una declaración de intenciones que se acentúa, significativamente, tras su puente. 7,5


Los múltiples estigmas a los que la intérprete de Like A Prayer ha hecho frente, debido a su renuncia de cara a la adaptación a los roles de feminidad tradicionalistas y estandarizados, a su presencia como el icono popular más preponderante de la historia por la defensa del colectivo LGBT+, a su constante incitación al debate religioso o a la toma de riendas y exposición de su propia sexualidad frente al puritanismo más exacerbado, se han visto acentuados recientemente debido a la discriminación por edad. En las últimas etapas de su carrera, dicho infortunio ha desembocado en una oleada de críticas que, no solo han tratado de omitir toda implicación artística reciente editada por la artista -no son escasas las publicaciones profesionales que se focalizan únicamente en su estatus de sexagenaria, ámbito en el cual lo musical carece de peso alguno- sino que, además, parecen poseer la finalidad de originar la burbuja de un presunto declive que no atiende a mayor consideración que a vestigios sumamente misóginos y patriarcales. La mera existencia del álbum en el cual se basa la presente crítica es lo suficientemente sólida como para deslucir dichas tentativas de desprestigio puesto que, en contraposición a estrellas cuyo surgimiento aconteció de forma paralela al de la ambición rubia, la susodicha parece no contentarse con relegarse a permanecer inmersa en la cíclica rueda de los constantes recopilatorios y giras de grandes éxitos y, en su lugar, opta por pavimentar una senda que conlleva un constante deseo de crecimiento artístico y creativo, ilustrado con constancia a través de producciones inéditas, eficaces vídeos musicales y fenomenales presentaciones en directo. 


En cuanto respecta a la sed y la inquietud multiculturalista, tenazmente evidenciada tras coqueteos étnico-tribales tales como Shanti/Ashtangi, perteneciente a Ray Of Light (1998), o Isaac, presente en Confessions On A Dance Floor (2005), el decimocuarto LP de estudio de Madonna no solo entraña una victoriosa reinvención a añadir a una trayectoria que, per se, deslumbra por su impronta camaleónica; al mismo tiempo, sacia los afanes globalizadores de una compositora que, no solo se ha mostrado favorable al multiculturalismo y a la tolerancia interreligiosa -entre otros postulados- sino que, además, prolonga su legado como la estrella del universo mainstream de ulterior trascendencia de los últimos cuarenta años en cuanto a involucraciones políticas se refiere. La consecución de dichas ambiciones es verosímil de la mano de múltiples discursos sociopolíticos -de mayor o menor envergadura- contenidos a lo largo de múltiples temas, elemento de considerable relevancia debido a la tendencia nihilista cuasi unánime en la cultura popular de masas, así como gracias a la concomitancia de las lenguas anglosajona, española y portuguesa, las cuales son respaldadas por la influencia que la estancia de la intérprete en Lisboa ha ejercido sobre ella y que, por si no fueran percibidas como suficientes, integra reminiscencias sonoras que trascienden las fronteras europea y americana erigiendo, de esta forma y con relativos matices, una colección de pistas pop nutridas de músicas del mundo, repletas de trasfondo político, que ve la luz en un período en el que la realidad global parece estar asolada por el auge de los sermones discriminatorios y de odio, en simbiosis con el enfoque netamente individualista de la coexistencia humana.



Sin embargo, cabe señalar que el decimocuarto elepé de la cantautora no es, en absoluto, la singular obra maestra que muchas personas pretendían: su principal flaqueza, sin lugar a duda, recae en sus letras puesto que, algunas de las estrofas incorporadas en el disco merecen ser calificadas, cuanto menos, de bochornosas. Del mismo modo, al margen de Funana, Back That Up to the Beat y Ciao Bella, composiciones presentadas como bonus, el equilibrio entre los quince cortes que integran el tracklist predominante brilla por su ausencia. Future, por ejemplo, podría catalogarse como uno de sus más paupérrimos esfuerzos a lo largo de la última década y, Crazy, sin ir más lejos, como una proposición pop tan edulcorada como para producir cierta sensación de vergüenza ajena en el oyente. En contraposición, I Don't Search I Find o Looking For Mercy son reminiscencias fidedignas de un legado tan transparente como innegable y, tanto el eclecticismo de Dark Ballet como el deslumbramiento producido por el golpe de gracia que acarrea God Control, atestiguan la majestuosidad pop que consolida el indubitable posicionamiento de la artista femenina más exitosa de todos los tiempos en su tan codiciado trono. 

Calificar a Madame X como la creación artística más sobresaliente de la cantante estadounidense desde su última obra maestra, Confessions On A Dance Floor, entraña el reconocimiento de atributos que, en la dimensión artística, tan solo el tiempo y la apreciación continuada pueden conferirle. A pesar de ello, no cabe duda de que aventaja a sus últimas producciones discográficas en todas y cada una de sus flaquezas: destaca por la notoriedad de su esencia y de su impronta creativa, tan diluidas en Hard Candy (2008), así como por la ambición artística, el ansia de crecimiento y el no relegarse las tendencias pasajeras, tan poco atribuibles a MDNA (2012) e, incluso, no recae en las problemáticas de producción y realización que -pese a sus innegables esfuerzos- empañaban la entereza melódica de Rebel Heart (2015). Tras casi quince años, Madonna ha retornado en su plenitud, de la mano de su indiscutible afán de progresión y transformación, elemento que permite catapultar a Madame X como un álbum más que digno de su legado, con todas las consideraciones y contemplaciones que dicha asunción supone.

75/100
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