Anoche tuvo lugar en Texas, concretamente en el Estadio NRG de Houston, la celebración del Super Bowl LI y, con ello, su consecuente Halftime Show, uno de los espectáculos musicales de mayor prestigio a nivel internacional, al tratarse del evento televisivo de mayor audiencia en Estados Unidos.
La artista seleccionada para hacer acto de aparición en dicho célebre evento este 2017 fue nada más y nada menos que Lady Gaga, sucediendo así a Coldplay, banda actuante el pasado año, en la que también fueron partícipes Beyoncé y Bruno Mars. No obstante, en esta ocasión, la intérprete neoyorquina prescindió de todo invitado, siendo ella misma la encargada de protagonizar uno de los conciertos más memorables de la historia del Super Bowl.
La primera estrofa de un patriótico y más que usual God Bless America fue entonada por Stefani Germanotta en lo alto del estadio recibidor del evento, con un cautivador espectáculo de luces encargados de iluminar el cielo texano, himno sucedido, en contraposición, por versos de This Land Is Your Land, alegato antirracista y antifascista del cantautor Woody Guthrie.
Tras enunciar unas breves palabras, la cantante se precipitó al centro del estadio, aterrizando en una elevación metálica y dando por iniciado el espectáculo con un sonoro "I'm on the edge", perteneciente a uno de sus más memorables temas, The Edge Of Glory, inexplicablemente ausente a lo largo del espectáculo. El instrumental de su éxito Poker Face resonaba en el estadio mientras dicha pista era entonanda por la cantante, quien, planeando entre un épico juego de luces, pirotecnia y humo, arrancó un memorable show que tan solo acababa de empezar.
De nuevo propulsada por las cuerdas y, entre acrobacias varias, la artista puso sus pies por primera ocasión en un más que explosivo escenario, de la mano de los primeros acordes de Born This Way, prosiguiendo a interpretarla en compañía de sus bailarines. ¿Cabe la posibilidad de que existiese un discurso anti-Trump más evidente que presentar un tema que aboga por las minorías, por la auto-aceptación y que supone todo un escudo de cara al racismo y a la homofobia? Definitivamente, no. Sin lugar a duda, un aspecto tan agudo como necesario a día de hoy: gracias, Joanne.
Tras ello, sin renunciar a su característica excentricidad, un más que clásico Telephone (por desgracia, sin Beyoncé alguna de por medio) se acomodaba entre un setlist repleto de varios de los temas pop más glorificados del último siglo, dando como resultado una ejecución coreográfica maravillosa por parte de la cantante que, entre un cúmulo de luces de neón, no renunciaba a sus tradicionales rutinas de baile.
Desde luego, de la misma forma que fueron más que notorios sus esfuerzos por invadir con su presencia escénica todo rincón del arena, Lady Gaga no habría descartado por nada del mundo la oportunidad de hacer gala de su versatilidad como músico, la cual fue apreciable, por primera ocasión, durante el turno de Just Dance, el primer single y hit de su discografía, quizás una elección algo desafortunada, considerando la desperdiciada oportunidad de hacer uso en su lugar de cortes como The Edge Of Glory, Perfect Illusion o Applause, carta de presentación de su álbum de estudio ARTPOP, el cual careció de inclusión alguna a lo largo del Halftime.
Posteriormente, arropada por la iluminación del público partícipe en el área de juego, la polifacética artista dio lugar a Million Reasons, segundo sencillo extraído de Joanne, una preciosa balada que, interpretada a piano, conformó en pleno Houston una íntima atmósfera en las que tuvo cabida una cálida toma de contacto con el público, con una emotiva referencia a su madre y a su padre incluida.
De cara al cierre del espectáculo y, sin prescindir de su particular vestuario, marca de la casa, los primeros acordes de una mítica canción que supone uno de los momentos más grandiosos de la cultura pop, Bad Romance, comenzaron a resonar en mitad del estadio. La propia artista parece ser consciente de que cualquier otra alternativa a la hora de culminar su show era más que impensable.
Así, con un despliegue técnico apoteósico y, acompañada de unos arreglos guitarreros que conferían a su más gigantesco tema una mayor espectacularidad, la cantante reprodujo en compañía de los bailarines, en lo alto de una plataforma y con múltiples llamas a sus espaldas, la ya icónica coreografía de la pista en cuestión, sin perder ni un atisbo de su carisma escénico y prosiguiendo con una actuación que fue en riguroso directo en toda su duración.
Con unos preciosos fuegos artificiales y, a sabiendas de que su aparición había llegado prácticamente a su fin, la intérprete, acompañada de sus bailarines, subió una fila de escaleras antes de enunciar "Super Bowl 51" y de saltar hacia abajo ante la cámara, no sin tomar antes un balón de fútbol con su nombre, dando por concluido el Halftime con más elementos pirotécnicos y la representación lumínica del logotipo de Pepsi en el firmamento.
No cabe duda alguna de que la aparición de la intérprete de Judas fue, cuanto menos, digna de permanecer en la memoria colectiva como uno de los más maravillosos y sorprendentes intermedios de la historia del Super Bowl. La trayectoria de la artista, de casi de una década, fue engrandecida gracias a su indiscutible talento y su capacidad de aunar sus múltiples facetas, tanto interpretativas, como musicales, como a nivel vocal, como en lo que respecta a la danza, así como en su faceta de showgirl, gracias a su presencia escénica y a todo cuanto rodeaba a su espectáculo que, a pesar de perder cierto dinamismo por momentos, destacó por su capacidad de sorprender.
¿Se cuestiona, aún, si Lady Gaga merece ser considerada como un auténtico icono pop? Es posible que su Halftime Show, que pueden disfrutar a continuación, sea el encargado de disipar dichas dudas. Por otra parte, cabe destacar que la cantante ha anunciado oficialmente su próxima gira, Joanne World Tour, la cual dará comienzo el próximo 22 de septiembre en España y, específicamente, en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
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